de vivencia salvaje,
los cuerpos desnudos
las almas danzantes.
Apocalíptico ruego
a un Dios de carne...
La carne sucumbe
la Tierra se desgrana
el hombre se descascara
y Dios se adora
perseguido por un enjambre
de opacidad terrena...
Ya no existe Nadie.
En Molino de Tierra, Fondo Editorial Rionegrino, EUDEBA, 1987.
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