Fluores fluoresce inconcluso,
fluorescente mira sediento cómo
es que su luz anima el tiempo.
Y el timbal continúa su canto
-de instrumento viejo, lánguido-.
Ato camina silencioso
con su cautela eremítca y solitaria.
ATOMICO resbala, cae y se desangra
destruye -construye un mundo perfecto-
y la Tierra yace muerta,
perfecta, concreta, ella,
su amanecer y su ocaso.
El hombre:
magnificante mínimo erebo,
sepultado, destructor, muerto.
En Molino de Tierra, Fondo Editorial Rionegrino, EUDEBA, 1987.
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