Estamos dentro de una caja de resonancia
blanca, áurea,
redonda…
Una caja que suena quejumbrosa
al moverla.
Que maúlla y desafina.
Estamos dentro
sumergidos
en su elástico contorno.
Estamos de pie
ante nosotros
-dentro de nuestro cuerpo-
que resuena…
quejándose de nosotros.
REVISTA 2
Setiembre 1985
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