
Debe reconocerse, de momento, que en todo esto no hay nada que no pueda entender un
niño de
seis años, por lo menos mientras se aplique a sí mismo; a mí misma: nada que no pueda entenderse a los seis años...
Cabalgaba con las
crines al viento y las cabelleras del
potro bajo mi vista dorada, zigzagueando caminos de piedras en pasadizos de verdes paredes. Aire libre, decían, verdor oscuro o claro, o esmeralda;
verdes suave o rugoso, sendero ancho o angosto. Cielo : alto,bajo, celeste, azul, nublado. PAGUE A LA VISTA Y
TENDRÁ SU AIRE LIBRE DE PAREDES Y
CIELORRASO.
Cuando tenía seis años sé que galopaba libre por los espacios, trotando por los campos, con caballos de
crines negras y mi cabellera al viento -coherente- .
Cuando tenía seis años me colocaron en el pasadizo de puertas cerradas y paredes verdes, y audiovisuales. Confieso que la primera vez tuve algo de miedo. Mi madre y mi padre decían que no era de preocuparse, que ellos me esperarían a la vuelta, que era
como podar en el césped, que
era como cabalgar en
calesita de mi tatarabuelo.
Me tomaron de las manos y me sentaron esbelta sobre el animal de madera

. Me rocé una rodilla con el revoque caído y duro de la pared, lloré un poco. Pero la atracción era
mucho mayor que mi dolor y mis
ojitos rodaban de esquina a esquina palpando los verdes y celestes.
Me fue bien, mis mayores me felicitaron y me compraron una cucurucho helado. Hasta de
premio, ese fin de semana, fuimos al campo a cabalgar sobre un
potrillo ruano que sudaba y tenía calor en la
piel, y además tenía olor a caballo.
Me
dio lástima verlo tan
desprotegido al aire libre, resguardado de la lluvia por un techo lluvioso,
castigado por el calor y sin siquiera un sombrero...
Me impresionó el caballo y le guardé una cierta lástima y respeto. Decidí no querer ser como él:
DESPROTEGIDA.
. . . . . . . . . . . .
Volví más tarde a casa, con años en las velas de las tortas y números de más en las medidas de los zapatos.
Para el
último cumpleaños me envolví en
papel celofán transparente y me regalaron la mayoría de edad, con
velitas de agujas de relojes, y bombones de credenciales :
CARNÉ DE CONDUCTOR-
MUTUAL PROPIA-
CHEQUERA DE BANCO- PERMISO DE PORTAR ARMAS- TARJETA DE
CRÉDITO- ANTICONCEPTIVOS- SEDANTES...
Del campo no supe más ni menos. Los paneles verde pasto y azul cielo se repetían en
todos partes:
verdes- calles- casas- pasillos. Los colores eran reyes, los olores y sabores eran tintas. Los amargos no existían; los colores eran amargos...
El paseo del pasillo era cotidiano. Fingía viajar, recorrer, oler, gustar, ver... sentir ... (el roce de las
paredes en los brazos y piernas desnudas). Pero no lastimaba, y me provenían de sombrero los días de sol , y
buen reparo para la lluvia.
El pasillo era bueno,

daba para comer con sus pastos;
solo debía esperar a los clientes que quisieran servirse de un caballo -
a gusto-, a cielo raso, alto, azul, verde, amargo...
El pasillo no era tan malo: protegía de las
tempestades los vaivenes de los MALES. tenía RESPALDO... estuve conforme, lo estuve, hasta que vino un paisano con olor a campo y me hice lágrima de seis años: YO había decidido no querer ser sudada; calurosa y
olorienta. Yo no había querido ser
DESPROTEGIDA; en el año cien de otra era...
En No se, amos, Fondo Editorial Rionegrino co edición Ediciones Culturales Argentinas, 1991.