Extracto

Revista Propiedad Horizontal (1985-1997)
Poemas del libro MOLINO DE TIERRA (1987)
Periódico Democracia en Movimiento- Córdoba (1993-1996) y Cuadernillo de Cultura- General Roca (1980)

Textos y audio del Grupo Palabras (1988, 1989)
Textos del libro NO SE, AMOS (1991)
Revista desde el Andén (2006-2009)

Parte de las fotos incluídas fueron tomadas por mi cámara.


Para ver textos actuales, en Silvia A. Sánchez, una escritora

20090616

NO SE AMOS

era el título de este libro Publicado por el Fondo Editorial Rionegrino y ECA (Ediciones Culturales Argentinas) en 1991.
La ilustración estuvo a cargo de Lisandro Martínez Geoffroy, el diseño de tapa de Laura Ruberti.
La comisión técnica para el período 1986-1988 (comité de selección) estuvo conformada por Yolanda Ilda Garrafa, Graciela Cros, Cecilia Girgenti, Juana Porro, Victorio Schillizzi y Clara Vouillat.

Reeditar el texto en el blog es presentarlo públicamente, puesto que pertenece a la última edición de la primera etapa del FER, libros que no han sido distribuidos ni presentados en sociedad como tales. De aquellas ediciones -que incluían libros de otros autores rionegrinos también- quedan unos pocos ejemplares en poder de los autores.

PERO CÓMO, AMOS...

era su última inscripción.


"NO SÉ, AMOS" "
Esta obra es una original propuesta gráfico-linguística, sorprendente y cargada de nuevos contenidos, que revela un mensaje joven y una cosmovisión propia de las generaciones que crecen en el momento de la automatización, la modernidad tecnológica y la estandarización ".
JUANA PORRO

"El juego verbal que impregnaba su obra anterior, "Molino de tierra" , aquí se hace rompecabeza y salta de portal en portal hata cerrar el libro. En su interior la palabra corre mas libre, mas simple para decir y deambular por una nueva temática".
YOLANDA GARRAFA





SILVIA ANGÉLICA SANCHEZ

Nació en la ciudad de General Roca el 6 denoviembre de 1964, es profesora de enseñanza primaria y ejerce la docencia. Escribe desde los doce años porque, según sus propias palabras, "a través de la literatura puede comunicarse verdaderamente con el mundo exterior. En 1980 compartió el segundo premio del certamen "Poesía Joven de Río Negro" y desde el año siguiente participó del taller literario de su ciudad natal, hasta 1984. También coordinó el grupo juvenil "Cabalgasueños" , del Centro de Escritores local y publicó cuentos y poemas en medios regionales. Su primer libro "Molino de tierra" , fue editado por el Fondo Editorial Rionegrino en 1987.

Colección tierras y mares

20090608

FIGURA

El triángulo poblacional se desvirtuó, desviándose. En las altas cúpulas, lejos de haber tan solo un punto monárquico, había siete estrellas disputándose el brillo.
De los diecisiete países , dieciséis opinaban sobre los otros dieciséis; pero pronto se decidiría el brillo supremo. La base poblacional se expandía hacia la derecha e izquierda, y se disputaban las sobriedades, asimismo se visualizaba la ruptura longitudinal y transversal de la pirámide.
Los MAYORES ETERNOS puntualizaban las pautas a seguir previniendo el desmoronamiento de la construcción. Apolíticos, respaldaban su decisión en el esquema de las estrellas.
Los simpáticos positivos, trabajadores, hombres necesarios, custodios y otros se apuraban por estabilizar el sistema decayente, cumpliendo órdenes de los mayores restringiendo el paseo a los lugares públicos.
Las cartas de presentación de los Necesarios se hicieron indispensables para los accesos; licenciados trapasaban papeles con ganchos y garfios para medir necesidades y descartar sobrecargas.
Los opuestos, negativos, asistemáticos innecesarios que cohabitaban en altas cúpulas, comenzaron a ser desplazados hacia la izquierda, temiendo todos el desmoronamiento parcial de la sección piramidal con la consecuente muerte que les correspondía.
Los hacedores de sueños resbalaban sobre la diagonal hacia los pisos (cuestión de sentirse mas seguros).
El sustento de la cúpula estaba ampliado por los extranjeros que lograron considerarse "NECESARIOS" en menor categoría. Los positivos se entorpecían con los saludos y cortesías tratando de complacer a los superiores; y una vez por año tenían por premio la concurrencia a estrados públicos. Sudorosos y marginales, luchaban con los negativos que dudaban de sus voces y amparaban soñadores.
El resquebrajamiento del triángulo se producía con velocidad , los negativos a la intemperie tratando de procrear, y los positivos cuidando la explosión demográfica mediante el empleo de medios higiénicos. Los subcupulares intentando el ascenso por su dedicación sudorosa sin conseguir sino máximas y degradantes ocupaciones..
Y los ETERNOS, disputándose los colores de las estrellas, sin mirar a las Tierras.


Publicado en No se Amos, Fondo Editorial Rionegrino, Ediciones Culturales Argentinas, 1991.

IMAGEN


Todo el año caminaba por la Calle de los Usos, desesperada, buscando soñar el punto justo.

Cuando llegó navidad, a ella se le refrescó la memoria. Con ganas de procrear pidió el favor con el expediente y la cuenta (como buena dama que era). La computadora expresó los datos recomendando una botella de whisky para cada uno.

Pasó ese tiempo, se sacaron las copias y prepararon los papeles.
Pasó el otro tiempo y estuvo todo listo. Luego de llegar a la guardia, el hombre que la acompañaba se contentó porque los médicos y las radiografías serían mandados al otro día.

Así llegó para completar los veinte mil necesarios para cubrir "INDIVIDUOS SIMPÁTICOS" . Esto no dejó de ser una suerte, si hubiera sido uno mas hubiera tenido que desaparecer por innecesario.

En realidad era ELLA quién tenía suerte, suerte de tener abogados, continuadores, músicas y obleas para sus autos. Gracias a eso, el Llegado estuvo el primer tiempo acostado, después gritando, luego gateando, caminando, hablando, hasta ser SIMPÁTICO y poder asistir con los NECESARIOS.

Él aprendió rápido y bien. ELLA se sabía gustosa pero no podía demostrarlo porque la adorada televisión renegaba de las caricias; y cuando no, el silencio se llenaba con el recuerdo de las voces de las ropas y el ruido del reloj.

Año a año la Calle de los Usos se veía mas poblada. Aparentemente las candidaturas para la Real Celebración eran cada vez mas escasas. Los códigos de la misa se empleaban para que los aficcionados embadurnen las paredes :"aceptas como esposo", "hasta que la muerte los separe", "prometes amarlo y respetarlo"...
Sin embargo, y también a lo largo del tiempo, los requisitos fueron mas aristocráticos. El acceso a la Calle de los Usos estaba medido por HOMBRES CUSTODIOS y quién no respondiera como "Hombre necesario" no podía ingresar.

A pesar del cambio de leyes, los ETERNOS continuaban inmutables; ELLA misma también lo hacía. Solía vagabundear por los mismos lugares sin poder encontrar el punto justo. De a ratos sonreía pensando en justeces e injusticias, en antiguos y anticuarios... cuando pensaba en el Llegado se acaloraba deduciendo que por ser Hombre Necesario debía tener libre acceso a la CALLE U... Él no dejaba de serle un afecto...

Se sucedieron los años, y a los dieciocho de Navidad, en Navidad, y por mandato de los MAYORES ETERNOS, la periferia se rodeó de occipitales de aquellos Llegados. Fueron juzgados por "Adultos biológicos"; ya que de completar usos, podrían degenerar la raza. Los extranjeros fueron conservados por disposición y pasaron a formar parte de los HOMBRES.

Ella no se sabía gustosa, pero no podía demostrarlo porque la adorada TV renegaba de los "contras".
Caminó nuevamente por la calle, pidió el favor con el expediente y la cuenta, y la computadora recomendó una botella de Whisky para cada uno...
Pasó ese tiempo, el otro tiempo, llegó el Hombre Intrigante, El Productor, El Educador, Recaudador, Escribiente, Astronauta, Programador, Matemático, Matarife...


Publicado en No se Amos, Fondo Editorial Rionegrino, Ediciones Culturales Argentinas, 1991.

HORMIGA (EL)


Se sentó en el dorado mosaico con las piernas acurrucadas, y comenzó a manotear las hormigas rojas que se le subían a la espalda hasta el cuello.

Era incómodo, pero algunas veces necesitaba hacer un descanso y sentarse. Andar todo el día corriendo no era saludable.

Manotazo va y manotazo viene, escuchaba el sonar de la música de los que bailaban enfrente. Pasos, traqueteos, tacos, ritmo, piano con patas altas, seguramente; nadie se animaba a quedar sentado: piano para tocar de pie.

Los comunicados radiales insistían en la necesidad de emplear buenos calzados para resistir la "vida de pie"; pero la calidad de fábrica era disminuyente; y ahora los zapatos, zapatillas, sandalias, botas, pantuflas y chancletas duraban dos semanas. Él empleaba coraje y pisos dorados, y se animaba a descalzarse y sentarse (para colmo en el suelo).

Los fluorescentes de la noche bailoteaban en su cúpula luminosa, y los haces de luz rebotaron dorados sobre el piso DORADO del hombre en cuclillas. La luz subió desde el piso, por los pies, las rodillas, el mentón, la boca, la nariz, ojos, frentes y pelo. Las manos no se veían sino en transparencia de rotar de manotazos.

Se puso de pie, se sacudió , dio un baño bien caliente para eliminar los restos de insecto del cuerpo y se estandarizó con corbata negra y cuellos amplios. Cuando estuvo listo, presionó el picaporte; abrió la puerta, aminoró la marcha y salió normal a cumplir noctambulez.
Los lugares públicos estaban atestados de gente de toda edad. Tomó el colectivo y logró ubicarse cerca de una ventanilla.

Miró el paisaje y se rió por dentro, él no LO era: a escondidas, pero sobre el piso dorado, solía descansar con la reverencia de los manotazos.

Llegó a la oficina, y por la imprescindibilidad de la cortesía se deshizo en saludos. Se paró en su escritorio y papeleó un rato. Luego vino el jefe, lo miró con cautela revisando palmo a palmo a su secretario IMPECABLE. PERFECTO. CORRECTO. CORTES (valiente por descansar).
Le tendió la mano en felicitaciones. El aceptó tranquilo.Los dedos se entrecruzaron con fuerza; de la mano de él, hacia él, corrió vivaz una hormiga. Se sintió el cosquilleo.

Ya no tenemos mas al jefe; ahora hay otro.


Publicado en No se, amos, Fondo Editorial Rionegrino, Ediciones Culturales Argentinas, 1991.

ESTABLO (ELLA)


Debe reconocerse, de momento, que en todo esto no hay nada que no pueda entender un niño de seis años, por lo menos mientras se aplique a sí mismo; a mí misma: nada que no pueda entenderse a los seis años...

Cabalgaba con las crines al viento y las cabelleras del potro bajo mi vista dorada, zigzagueando caminos de piedras en pasadizos de verdes paredes. Aire libre, decían, verdor oscuro o claro, o esmeralda; verdes suave o rugoso, sendero ancho o angosto. Cielo : alto,bajo, celeste, azul, nublado. PAGUE A LA VISTA Y TENDRÁ SU AIRE LIBRE DE PAREDES Y CIELORRASO.

Cuando tenía seis años sé que galopaba libre por los espacios, trotando por los campos, con caballos de crines negras y mi cabellera al viento -coherente- . Cuando tenía seis años me colocaron en el pasadizo de puertas cerradas y paredes verdes, y audiovisuales. Confieso que la primera vez tuve algo de miedo. Mi madre y mi padre decían que no era de preocuparse, que ellos me esperarían a la vuelta, que era como podar en el césped, que era como cabalgar en calesita de mi tatarabuelo.

Me tomaron de las manos y me sentaron esbelta sobre el animal de madera. Me rocé una rodilla con el revoque caído y duro de la pared, lloré un poco. Pero la atracción era mucho mayor que mi dolor y mis ojitos rodaban de esquina a esquina palpando los verdes y celestes.

Me fue bien, mis mayores me felicitaron y me compraron una cucurucho helado. Hasta de premio, ese fin de semana, fuimos al campo a cabalgar sobre un potrillo ruano que sudaba y tenía calor en la piel, y además tenía olor a caballo.
Me dio lástima verlo tan desprotegido al aire libre, resguardado de la lluvia por un techo lluvioso, castigado por el calor y sin siquiera un sombrero...
Me impresionó el caballo y le guardé una cierta lástima y respeto. Decidí no querer ser como él: DESPROTEGIDA.

. . . . . . . . . . . .

Volví más tarde a casa, con años en las velas de las tortas y números de más en las medidas de los zapatos.
Para el último cumpleaños me envolví en papel celofán transparente y me regalaron la mayoría de edad, con velitas de agujas de relojes, y bombones de credenciales : CARNÉ DE CONDUCTOR-MUTUAL PROPIA- CHEQUERA DE BANCO- PERMISO DE PORTAR ARMAS- TARJETA DE CRÉDITO- ANTICONCEPTIVOS- SEDANTES...

Del campo no supe más ni menos. Los paneles verde pasto y azul cielo se repetían en todos partes: verdes- calles- casas- pasillos. Los colores eran reyes, los olores y sabores eran tintas. Los amargos no existían; los colores eran amargos...
El paseo del pasillo era cotidiano. Fingía viajar, recorrer, oler, gustar, ver... sentir ... (el roce de las paredes en los brazos y piernas desnudas). Pero no lastimaba, y me provenían de sombrero los días de sol , y buen reparo para la lluvia.
El pasillo era bueno, daba para comer con sus pastos; solo debía esperar a los clientes que quisieran servirse de un caballo - a gusto-, a cielo raso, alto, azul, verde, amargo...
El pasillo no era tan malo: protegía de las tempestades los vaivenes de los MALES. tenía RESPALDO... estuve conforme, lo estuve, hasta que vino un paisano con olor a campo y me hice lágrima de seis años: YO había decidido no querer ser sudada; calurosa y olorienta. Yo no había querido ser DESPROTEGIDA; en el año cien de otra era...


En No se, amos, Fondo Editorial Rionegrino co edición Ediciones Culturales Argentinas, 1991.

GIGANTES (ELLOS)

-Desatame los cordones de las botas…

-…

-Desponeme las medias.

-…

AL PRINCIPIO ERA COMO TODOS… CON LAS BOTAS PUESTAS, Y LOS GUANTES DE CUERO, y el cuello de la polera hasta el mentón –incluso en verano-; con el gorro negro en la cabeza tapándole las orejas. Con los anteojos oscuros en los ojos y el velo tapándole la cara.

Un día fue distinto. Sintió calor y gritó sentirlo, desaforado, hasta quedar ronco. En lugar de sus gritos se escuchaban los ruidos de los motores, las bocinas de los autores y lo silbidos de los trenes.

No había solución, nadie… escuchaba… Entonces, dejó de gritar el calor ahogante que lo socavaba y pidió a su compañera que le sacara la ropa. Comenzó por las botas y medias.

Era una sensación rara, hacer lo prohibido siempre tiene gusto a rosas. El sintió gusto a rosas.

El pie desnudo se apoyó sobre el césped tierno. Y él GRITO RETORCIENDOSE DE ALEGRIA. DESCRIBIO AL CESPED: VERDE- SUAVE- HÚMEDO- COSQUILLEANTE, a la par que su pie se hizo grande, y MAS GRANDE, y ENORME, y GIGANTE…

Asombrado miró, junto a su compañera, la transformación. Era hermoso…

Pasaron pocos segundos para que comenzara a sentir las voces de los demás. La gente se acercaba, había que ocultar el pie. Quisieron esconderlo bajo la media pero no cupo, dentro del zapato tampoco, debajo de las manos tampoco, tampoco... tampoco…

Había que escapar. Correr lejos, a otro mundo si fuera posible. Exiliado. Había que pagar el precio de haberlo hecho.

El corrió, otros ESPERAN su regreso…

Después de mucho tiempo, contaron cuentos de gigantes y titanes... Alguien se rió, sabía que no eran gigantes, sino iguales; iguales que tenían algo de diferente…


En No se amos, Fondo Editorial Rionegrino, Ediciones Culturales Argentinas, 1991.


También publicado en www.patagonia.com.ar

SITUACION


Los pasos de mujer rebalsaron el pasillo. El picaporte de la puerta cedió y las bisagras se corrieron.

Un vaho de luz se infiltró claro en la habitación. La perilla de la luz en un chasquido hizo la luz, y la luz fue hecha...


La cartera de mujer se abrió en un chirriar de cierre y de ella salió un frAsco cuadrado, transparente y de líquido verde.

Dos platos se instalaron en la mesa, con dos vasos y dos tenedores, y dos cucharas, y dos servilletas, y un salero, y un candelabro, y una vela apagada y dos cuchillos de filo raso...




El chasquido de la perilla de la luz hizo penumbras con el fulgor de la llama de la vela, ladeada, ondulante, irregular.. insípida...


Las sombras se estiraron y atenuaron, y bailaron, jugaron, y se desvanecieron... se hizo el negro.


Los pasos del hombre rebalsaron en la escalera, el pasillo y el ascensor los contuvo. Se rebalsaron en el pasillo, en el umbral de la puerta, y en el click de la
perilla de luz.




Los zapatos de hombre se acercaron a los de mujer y se vieron anacrónicos. Las sillas se alejaron y se acercaron a la mesa.


La vela se hizo alta y el fósforo encendió con otro chasquido el ápice de su blancura. En la cuchara de hombre se reflejó la luz de la vela y en el tenedor y cuchillo de mujer el chasquido del fósforo.


El frasco cu
adrado, transparente y de líquido verde bailoteó al compás de las sombras de la vela; al lado del plato de mujer, cerca del plato de hombre...

.....................................................................................................................................

La cuchara de hombre tintineó en el frasco y el cuchillo de mujer señaló la tapa.

La tapa se estiró larga y un vaho pegajoso y verde tiñó la habitación.

La voz de hombre dijo "GRACIAS" y los ojos de mujer se cristalizaron.

La pegatina de la habitación empalagó el plato de mujer.

Los zapatos de hombre, negros, llevaron pendiendo el vestido de mujer por el pasillo hacia el balcón...


Publicado en No se Amos, Fondo Editorial Rionegrino, Edicines Culturales Argentinas, 1991.

PETRIFICACION























La otra mujer estuvo allí, siempre sentada y con la cabeza a un lado tratando de no mirar demasiado; sin embargo nadie notó la presencia: era parte de la escenografía, junto con una silla vieja, una mesa petisa y un diván cama con un matrón como colcha. Era parte de la ventana, y de la puerta, y de las paredes si se quiere. Se puede decir que ella sabía que no existía más allá que como un objeto trasparente que nadie pudo ver; tal vez por ello decidió no moverse, no parpadear, ni titilar, ni casi respirar para que se conservara su estado.
Entró la mujer, movediza, nerviosa, imprudente y detrás de ella, al rato, apareció el hombre. Conversaron de trivialidades; la mujer preparaba bolsos con materiales de deshecho que sacaba de los tachos de basura; el hombre la miraba sin asombro. Conversaban.
Estaban así cuando apareció el fotógrafo; con una máquina negra entre las manos pendiendo de una cinta que le colgaba desde el cuello. Salió a recibirlo el hombre; saludó, cortesías, arreglos y la mujer dejó de acomodar sus bolsos sucios; los amontonó en un rincón para que no salieran en la foto, se arregó el pelo y comenzó a dar directivas al hombre para que se pusiese acá y allá, con los brazos cruzados y una sonrisa o abrazándola y con la cara en un lamento.
El fotógrafo midió , se acercó, se alejó, y decidió el ángulo exacto.
El hombre se acordó de la música y corrió al tocadiscos para poner un vals de Beethoven; volvió al ángulo exacto y comenzaron a bailar torpemente. El fotógrafo se paró y se arrodilló, y quedó en cuchillas, y levantó los brazos sosteniendo la máquina pesada; y se sonrió, y guiñó el ojo, y dijo "mas adelante" y luego dijo "mejor no, mas al costado", y después "ahí, ahí" y coloreó en un "ahí nomás" el estallido de todas las luciérnagas de su cámara negra.
Apurada, la mujer lo expulsó, se apresuró para tomar en la mano sus bolsos, mientras arreglaba el lugar y fecha de retiro de la foto; el hombre miró con desgano, saludó al fotógrafo que se iba, saludó a la mujer que también salía y se quedó en la habitación, solo.

























La otra mujer todavía no parpadeaba. La otra mujer no había visto casi nada. La otra mujer continuaba siendo parte de la escena.
La otra mujer se dio vuelta y cobró vida por un instante; el hombre se no dio cuenta, todavía...
La otra mujer se levantó y caminó hacia el hombre...

El hombre miró por la ventana cómo se iba la mujer nerviosa del edificio. El hombre notó que extrañaba el cigarrillo y encendió uno, que pitó largamente. El hombre suspiró , se alejó de la ventana, acomodó los tachos de basura que habían quedado sin la tapa; volvió a suspirar y se pasó la mano por el pelo negro retinto.

El hombre LA miró ,tomó su saco y se encaminó hacia la puerta.

El hombre abrió la puerta, la traspasó, y cerró con un portazo.

La otra mujer dijo "al fin se fue".

En No se amos, Fondo Editorial Rionegrino, Ediciones Culturales Argentinas, 1991.

ESCRIBO


Sargrapis me enredó casi con su oreja larga mientras me escuchaba tan atentamente; y mi lengua se deshacía en mi boca alargándose hasta su misma oreja de hierro.
Sargrapis me cuestionaba cada una de todas las cosas que yo decía; y con la mirada solamente acostumbraba a investigar sobre la veracidad de mis monólogos, porque eran monólogos, casi, los que oraba.
Cierto día, mientras se me escapaba de la boca un latigazo de estúpidas palabras, Sargrapis se bamboleó para sugerirme que estaba aburriéndose de todos mis cuentos; cambié de tema y esta vez cerró los ojos, como resignándose a su mala suerte.
Me preocupé demasiado por no poder tener en él al interlocutor... No le di importancia y supuse que él tampoco. Pensé que cambiaría, que todo sería como siempre: de vuelta a lo mismo.
Sargrapis había aprendido a callar a fuerza de insultos y si pensaba, no lo sé: porque jamás lo había visto hacer nada que no fuera hábito o instinto.
Vivíamos juntos desde hacía mas de siete años. Siete años que sirvieron para demostrarme que estábamos tan sólo porque él mismo me lo había permitido. Siempre sentí que nadie me entendía, pero Sargrapis en su silencio eterno parecía haberme comprendido siempre... Yo estaba demasiado segura de mí, aunque no tanto de mi necesidad de él, de sus silencios y tonos gesticulares afirmativos o negativos ante mis monólogos perpetuos.
Hacer el amor era algo fantástico y a pesar de todo lograba hacerme la mujer mas feliz del mundo.
En este tiempo no habíamos podido tener ningún hijo y tuvimos miedo de hablarlo con alguien; por el problema suyo -usted sabe-.
Encontrarlo un día tan feliz fue demasiado sorpresa. Sargrapis era siempre triste y cuando lo veía sonreir era de a pedacitos, como ocultando o queriendo ocultar toda la felicidad que no podía desbordarle.
Esa tarde de invierno fue distinto; sonreía de lado a lado. Me esperaba con la mesa lista para cenar los dos juntos - en pareja-. Él... Él me confesó que ibamos a tener un hijo... y no entendí nada.
Cenamos a la penumbra de una vela y lavé la vajilla. Sargrapis me miraba con los ojos largos y benévolos, con su corazón de siempre...
Me enredaba con la vista mientras me veía secar los platos blancos .... (regalo de una tía).
Y él sonreía, pero su elocuente sonrisa no me dejaba hablar. Lo miré interrogante y emocionado me tomó la mano y la besó. Me dieron ganas de besarlo, debía de haberle pasado algo malo, habría escuchado algún comentario acerca mío... siempre que quería consolarme se comportaba así...
Sargrapis, lentamente, apoyó su mano en mi cuello y con cautela quejumbrosa comenzó un lento ascenso sobre sus dos piernas velludas. Ahora caminaba alrededor mío, midiendo su altura, viéndose feliz como un chico. Ahora me hablaba y me acariciaba diciendo que me quería. Ahora... ahora...

Cuando hacemos el amor recuerdo esa noche, y me callo blandiendo mis lágrimas entre los dientes, y me callo. Hacer el amor con él no es más algo fantástico...
Sargrapis no tiene silencios y yo, que sigo estando demasiado segura de su amor por mí, no logro hablarle...
Tenemos dos hijos hermosos. Somos padres, padre y madre de un varoncito y una nena.
Sargrapis habla, habla... y me enredó casi con su lengua larga mientras yo trato, continúo tratando, de COMUNICARME.


Libro No se amos, Fondo Editorial Rionegrino, Ediciones Culturales Argentinas, 1991.

Publicado también en La Amanecida. Revista Literaria on line.


DESPIERTO

Esta noche cuando vuelvas no vas a encontrar la gente esperándote, ni las luces prendidas. Sé que las baldosas se desarticularán sobre tu piso y tambalearán dando recovecos con la vista en todos los rincones de la casa. Me buscarás etérea y sonriente detrás de las puertas, jugando a las escondidas... me buscarás acobijada bajo las sábanas amarillas, y te volverás frenético buscándome, detrás de las cortinas, dentro de los placards, entre los libros, detrás de los zócalos, hirviendo dentro de una olla... pero dificilmente podrás hallarme: NO ESTOY.
Sabiéndote cómo fuiste estoy tranquila. Sé que no me engañaste sino que te engañaste a vos mismo, a tu cuerpo que se ametralló sobre sus entornos; a tus dientes que se desafilaron sobre el pavimento de tanto escobillar la tierra y las grasas de los otros. Y engañaste a tus uñas que gastaste contra las paredes y olvidaste a tus yemas y tus dedos que una vez acariciaron mi cuerpo.

Esta noche cuando vengas no vas a encontrar mas a nadie, solo oscuridades... mientras yo me hallo desprovista, errante y vagabunda pateando piedras sobre el asfalto grasiento y duro.
Y no podrás tropezarte conmigo nunca mas, tengo la certeza, porque estoy cincelada en fibrillas de cable telefónico y atontada en un momento: CONOCI TU HIJO.
Se que no me traicionaste, que no quisiste herirme y que me amabas, sé... se que nunca fue... Capaz... desprovista... pateando piedras en la calle... escapada... de un manicomio... pero no entiende todavía lo que todos dicen:... que soy tu hermana.

CAMINANDO

Ya casi sin darme cuenta metí la mano en el bolsillo (mecánicamente). El chispeante sonido de las llaves me sorprendió porque pensé no tenerlas tan a mano: La llave del imperio, el pequeño gran imperio con prolongaciones a los cuatro costados de mi entorno, y yo con ella en la mano. Impotente.
En un sigilo me resbalé hasta el primer rincón, en la acera. Oriné con fuerza y hasta salpiqué mis zapatos. Un auto viró, y por un segundo las luces me enfocaron mientras abrochaba la bragueta. Caminé despaciosamente, el tin tin del golpe del sonajero en la pierna me molestaba.
Doblé una esquina, dos, tres, la costumbre me llevó al café a charlar con mis amigos. No pude. No había nadie, ya.
Jacobo estaba en África, jugando a ser el extranjero sociable -a la fuerza-. Me contaron que viajó de golpe, dejando sus amados libros derruirse en los estantes de su casa (eso creería él, otros los tiraron al piso y creyeron encontrar "importante información").
Elías, el turco, está de basurero; vive en un ranchito de dos por cuatro (centímetros, casi) y prefirió desligarse de todo para estar tranquilo. Es una alimaña de uno setenta (milímetros, casi).
Rodolfo, no sé... Alfredo, dicen que está en Iviraromí marcando los pasos de Horacio Quiroga. Trágico, che,... trágico. Y el café que acabo de terminar estaba frío y amargo; se me volcó un poco, tras que era chico no me quedó nada...
-Flaco, la cuenta.

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Las llaves clic- clic se apretujaban en el bolsillo del "rey" (casi así me sentí). Caminé hasta el Departamento bordeando la costanera y mirando el mar. Tuve frío y me levanté el cuello de la campera, apretando los puños en el bolsillo...
Clic- clac- clic- clic... El ruido a huesos apretujándose en el bolsillo de mi pantalón volvían a molestarme. Crac. Metí la mano silenciosamente en el recoveco de la hendidura del bolsillo y apreté el puño.
CRAC- CRAC
El "Rey" voló en el cielo oscuro, con quejidos metálicos para caer en la cresta de una ola de mar...
inaudible.


Publicado en No se amos, Fondo Editorial Rionegrino, Ediciones Culturales Argentinas,1991.